Fiesta de Santa Clara de Asís

Carta del Ministro General OFM a las Clarisas por la Solemnidad de Santa Clara

El Señor os dé la paz a todas vosotras, mis queridas Hermanas Pobres de Santa Clara, llamadas por el Espíritu a seguir a Cristo pobre, crucificado y resucitado, viviendo el Evangelio en obediencia, sin nada propio y en castidad.
Quiero continuar con una tradición que he iniciado hace seis años al ser elegido por primera vez ministro y siervo de la Fraternidad: escribiros cada año una carta con motivo de la fiesta de la Hermana Clara, mostrándoos, de este modo, mi cercanía y el profundo aprecio que os tengo.
Gratitud
En esta ocasión quiero, ante todo, agradeceros la cercanía, hecha de afecto y de oración, que me habéis mostrado en estos años de servicio como Ministro general, y que se hizo más palpable, todavía, con motivo de la celebración del 187 Capítulo general de la Orden de los Hermanos Menores, celebrado recientemente en Asís. Gracias por ello, queridas hermanas.
Gracias también por vuestras numerosas felicitaciones por mi reelección. No pudiendo responder personalmente a todas, sirva esta carta como respuesta. Y mientras os prometo que os seguiré estando muy cercano con mi oración y, siempre que me sea posible, con mi presencia entre vosotras, os pido que continuéis orando por mi, por el Definitorio general y por la Orden, a fin que el Señor nos conceda el donde una fidelidad creativa y gozosa a nuestra vocación de Hermanos Menores.
En camino hacia el VIII Centenario
El año 2009 recuerda el VIII Centenario de la fundación de la Primera Orden y abre eltiempo que nos prepara al 2012, aniversario de la fundación de la Orden de las Hermanas Pobres de Santa Clara. Para que dicho aniversario sea realmente un tiempo de gracia para todos nosotros y, de modo especial, para vosotras, os invito a dejaros revisitar por la gracia de los orígenes, para poder sacar de la memoria la frescura evangélica y ser en la historia, habitación y sede (3Cta 22), signo creíble de Dios que busca con amor apasionado a la humanidad.
Vuestra forma de vida
En este contexto, permitidme, mis queridas hermanas, que os recuerde algunos elementos que son propios de la forma de vida que habéis abrazado y que, por conocidos, no está demás tener presentes. Llamadas a custodiar el carisma clariano en estos tiempos delicados y duros, pero también llenos de posibilidades (cf. VC 13), como ya os dije en más de una ocasión, no podéis delegar esta responsabilidad en otros, sino que debéis asumirla con valentíay creatividad. Vuestra delicada misión no es la de custodiar el status quo, sino la de reproducir con valor la audacia y la creatividad de Clara viviendo en fidelidad creativa y gozosa la forma de vida que ella os ha dejado (cf. VC37). Sólo así seréis faros en la noche, cornetas en la muralla, centinelas de la mañana (cf. Is21,11- 12).
Vivir el santo Evangelio
Vuestra forma de vida, como la nuestra, consiste en vivir el santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo (cf. RCl I, 1-2). El don del Evangelio está en el origen de vuestra fraternidad. Como seguidoras de Francisco y de Clara estáis llamadas a acoger el Evangelio y a confesarlo con vuestra vida, a restituirlo creativamente con gestos concretos. El mundo de hoy necesita ver personas plenamente enamoradas de Cristo, necesita de testigos que tengan la mirada fija en Él, necesita mujeres evangélicas que se dejen determinar en la cotidianeidad de la vida por Cristo y por su Palabra.
En un mundo fragmentado, del que también nosotros formamos parte, estáis llamadas a dar el testimonio de personas unificadas en torno a la persona de Cristo, el testimonio de personas que viven gratuitamente y sólo por amor en la presencia de Dios y lo hacen visible con su vida. La frecuente lectura orante de la Palabraos llevará a asumir en la vida cotidiana, en cuanto personas unificadas, la forma de vida evangélica.
Vida contemplativa
Por otra parte como contemplativas estáis llamadas a ser los signos que Dios siembra y difunde en la historia. En la escucha constante de Dios, hablaréis todavía hoy al corazón de los hombres y mujeres de nuestro tiempo con el lenguaje del amor, cuyas palabras se hunden en la raíz de la existencia misma habitada por Dios. Como Clara, la amada transformada en el Amado, así vosotras, por la contemplación, estáis llamadas a identificaros plenamente con Cristo (cf. 3Cta 12. 13), cuyo amor nos hace felices (cf. 4Cta 11).
Viviendo continuamente en la presencia del Altísimo, reveláis con vuestra vida toda la cercanía de Dios a la humanidad, nos hacéis ver con el silencio de vuestra existencia cómo llegar a ser buscadores de Él, objetivo último de toda vida consagrada. El mundo, todos nosotros, necesitamos ver en vosotras a mujeres consagradas habitadas por el Espíritu.
Acogiendo de las manos de Dios la historia de los hombres y de las mujeres de hoy, permaneced fieles a lo que es verdaderamente auténtico.
Vida en fraternidad
Vosotras hoy sois Clara, y, renovando el sí al Espíritu, en cuanto pobres y abrazando a Cristo pobre (cf. 2Cta 18), hacéis visible en fraternidad el ser de Dios en la historia. Para Clara, como para Francisco, desde que el Señor le dio hermanas (cf. TestCl 25), la vida fraterna en comunidad era el espacio físico y también teológico donde se vive el Evangelio, el lugar y el espacio de relación, custodia donde cada hermana aprende de la relación con Dios a “conservar la unidad de la recíproca caridad”(RCl X, 7), a acoger la comunión dada por el Espíritu, el ámbito privilegiado en el cual se testimonia Dios, comunión en la diversidad y diversidad en la comunión. Vivid las diferencias no como una amenaza, sino como una manifestación del Dios que hace siempre nuevas todas las cosas. Esto será sólo posibledes de una experiencia de fe que nos lleva a ver en quien está a nuestro lado “don” y “regalo”del Señor.
Vivir sin propio
Esta forma de vida comporta, entre otros elementos, la custodia de la santísima pobreza.
Esto es lo que os pidió y sigue pidiendo Francisco: seguir la vida y pobreza de Jesucristo y de su santísima Madre, y perseverar en ella hasta el fin (RCl VI, 7). Este es un elemento que no es negociable ni para vosotras ni para nosotros. Ésta es la opción de fondo que inspira la decisión de vivir “la perfección del santo Evangelio” (Fv 1), orienta el camino e ilumina los pasos sucesivos.
La celebración del centenario de la fundación de vuestra Orden es una ocasión propicia para renovar vuestra obediencia a Francisco. Y esa obediencia pasa por vivir sin nada propio. Si el Poverello se obliga a sí mismo y obliga a sus hermanos a tener cuidado de las hermanas, es para que seáis siempre fieles en la observanciade la santísima pobreza. Del compromisopor reconocer nuestro común origen brota la custodia recíproca, para que vosotras y nosotros seamos fieles a vivir sin propio, como los últimos, en la marginalidad profética que nos remite al Dios amor y providencia.
Especialmente en estos momentos de profunda crisis económica, el mundo necesita hacer un alto en el camino para volver a vivir, para reencontrar las coordenadas que hablande esencialidad, de sobriedad, de autenticidad.
Vosotras, que habéis elegido vivir sin nada propio, estáis llamadas a testimoniar que la contemplación de Cristo no es una teoría, sino una vida vivida que toma forma en un estilo de vida pobre, concreto, visible, real. Creo que ha llegado el momento en que debéis hacer opciones valientes, proféticas, en el campo de la pobreza, viviendo con fidelidad creativa según el espíritu de la Regla de Santa Clara.
Conoce tu vocación, reaviva el don de Dios en ti
Estas palabras del Apóstol Pablo (cf. 1Cor 1,26; 2Tim 1, 6) pueden ser todo un programa para prepararnos a la celebración del 800 aniversario de la fundación de vuestra Orden, mis queridas hermanas. Os invito a poner todos los medios posibles de vuestra parte para que así sea.
Si el mundo a veces parece no entender vuestra vida, es porque tiene necesidad de palpar en ella el signo que remite a la esencialidad de la vida. Restituyendo a Dios cada momento de vuestra existencia, no según las leyes del mercado, sino sólo por amor, según la lógica del amor, estáis llamadas a ser testimonio de un modo alternativo de vida.
Mientras la humanidad es empujada a vivir en superficie cargada de tantas cosas superfluas, de protagonismo, de apariencia…, vosotras estáis llamadas a remitir, con la profundidad de la existencia, al soplo del Espíritu de Dios que os atraviesa. Escogiendo vivir como pobres, testimoniad lo que realmente es auténtico y nos hace libres.
La celebración del jubileo de vuestra Orde nos ha de interpelar sobre el modo concreto en el cual vivís vuestra forma de vida.
El mundo, nosotros, tenemos necesidad de saber que sois testigos de la Resurrección del Señor, testigos del Dios de la vida.
El mundo, nosotros, tenemos necesidad de ver en vosotras la continua búsqueda de Dios, para hacer nuestra esa misma búsqueda.
El mundo, nosotros, necesitamos compartir con pasión vuestra fidelidad creativa para testimoniar a todos la buena noticia del Evangelio.
El mundo, nosotros, necesitamos colocarnos, con vosotras, en el corazón de la Iglesia, para ser como Clara y Francisco, personas evangélicas que gritan a todos que Dios ama a la humanidad.
No nos privéis, queridas hermanas, del don de vuestro testimonio. El mundo, nosotros, lo necesitamos.
Que el Señor que nos ha dado la gracia de un buen inicio, nos dé la gracia de seguir creciendo en fidelidad creativa y gozosa a cuanto prometimos (cf. 1Cor 3, 6-7).
Roma, 23 de junio de 2009
Fr. José Rodríguez Carballo, ofmMinistro general

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