La Confederación Latinoamericana de Religios@s y Haití

Bogotá, D.C., 27 de Enero de 2010

PROT: 0.12.1-04


Haití, hacia un verdadero kairós

De: Presidencia de la CLAR
Para: Las/os Presidentas/es de las Conferencias Nacionales y todas/os las/os Religiosas/os de América Latina y El Caribe


Hermanas y Hermanos:

Les compartimos una lectura de la actual problemática de Haití, no técnica sino solidaria, hecha con los lentes del Horizonte Inspirador que aprobó la última Asamblea General de la CLAR para el trienio 2009-2012, con el deseo de sugerir perspectivas a la respuesta que se ha suscitado en el mundo y en la Iglesia.

1. La magnitud de la catástrofe se ha ido precisando con datos relativamente cercanos a la realidad: 150.000 muertos, 200.000 heridos, un millón de haitianos sin hogar, tres millones de damnificados, además de la capital muchos pueblos y 5 ciudades afectadas hasta un 90% (Leogan, Petir Goave, Gressier, Carrefour, Jacmel); más de 100 representantes de la Iglesia se han ido a “la misión del cielo”, comenzando por el Arzobispo, Mons. Joseph Serge-Miot, y la Dra. Zilda Arns Neumann, entre sacerdotes, religiosas/os, laicas/os comprometidas/os, seminaristas; los solos salesianos perdieron, sepultados bajo los escombros del Colegio Don Bosco, por lo menos a 200 de sus alumnos.

2. Poco a poco se ha ido pasando del caos generalizado a caminos de recuperación: el refuncionamiento del aeropuerto y del puerto marítimo de Puerto Príncipe; la reapertura de los bancos, los supermercados, las estaciones de servicio; la redistribución del gas…Por otra parte, este terremoto que “sacudió al mundo entero” ha generado una reacción extraordinaria con voluntarios, grandes sumas de dinero, miles y miles de toneladas de alimentos, agua, vestido, medicina… y la conciencia generalizada de que hay que reconstruir a la nación. Ya se calcula que la superación de la crisis y la recuperación del país necesitan entre 5 y 10 años. En este contexto cabe una pregunta trascendental, ¿hasta cuándo va a durar esta globalización de la solidaridad?, que se justifica en la fugacidad de otras reacciones, en parecidas circunstancias e incluso en la misma isla y en la deuda social que tiene el mundo entero con este pueblo.

3. Cualquier tipo de respuesta ha de presuponer que el cataclismo de Haití había comenzado mucho antes, aún más, ha caracterizado toda su historia, en una situación alimentada por la pobreza, la injusticia, la corrupción, la explotación y la inestabilidad política: el casi 80% de sus 9 millones de habitantes vivía en absoluta pobreza, con sólo 2 dólares diarios para el sustento, todavía más, hasta el 56% con sólo 1 dólar; debía importar más del 50% de sus productos alimenticios, hasta ¾ partes de la población no disfrutaba de agua potable, contaba con un promedio de vida de 52 años promedio pues solo el 33.33% tenía acceso al sistema de salud, el nivel de analfabetismo se acercaba al 50%, la tasa del desempleo había llegado al 70% de la fuerza laboral; mientras que la población negra, 95%, seguía despeñándose hacia el empobrecimiento, sólo el 1% de mulatos francófonos y caucásicos, 5%, era el dueño de más de la mitad de las riquezas. No obstante el honor histórico de haber sido la segunda nación del continente en declarar su independencia, 1804, es hoy la más pobre, la más afectada por el VIH/ Sida, con la mortalidad infantil más alta, la más elevada tasa de peligro en los alumbramientos y quizás la más deforestada: sólo el 1.7% de los bosques sobrevive. Este medio ambiente degradado y su ubicación en zonas tropicales la hacen presa fácil de los desastres naturales: éstos dejaron entre 2001 y 2007 más de 18.000 muertos, 132.000 haitianos sin vivienda y 6.4 millones afectados; el sólo huracán del 2008, que duró 3 semanas, dejó 800 muertos, 700 desaparecidos, cerca de 1 millón de damnificados, 165.000 familias sin casas y la pérdida del 60% de las cosechas. La deuda externa había ascendido a 1.200 millones de dólares. No obstante, en 2008 la inflación disminuyó de un 40 a un 10% y el PIB aumentó en un 4%, cifras que también borró el sismo.

4. Pero la verdadera hecatombe se ha dado en su túnel político: dos ocupaciones norteamericanas (1915-1934, 1994-1995), dos dictaduras Duvalier(1957-1971, 1971-1986), dos golpes y gobiernos militares (1986-1990, 2004-2005), dos abortos democráticos del sacerdote Jean Bertrand Aristide (1990-1994, 2000-2004), dos elecciones del actual presidente, René García Préval (1995, 2006). Este carrusel ha sido caldo de cultivo para la dominación extranjera, la violencia, la pasividad ciudadana y hasta el narcotráfico. Sombrío panorama que de alguna manera ha afectado a la República Dominicana, a donde en años recientes llegaron más de un millón de haitianos indocumentados. Este pueblo corajudo, solidario, generoso, inteligente, alegre tiene un proverbio que pinta la actual situación: “deye monn gen monn”, montañas más allá de las montañas!

5. El Secretario General de la ONU y el Papa Benedicto XVI han insistido en “una solución duradera”, y en “una respuesta solidaria e institucional”, posibilitando que el acontecimiento de Haití se convierta en una gracia de Dios, en un kairós ¿Cómo lograrlo en “este país de cultura rica, economía pobre y política frágil”?

- Con un sentido de pertenencia al mundo en que vivimos y a la fe que profesamos, porque la sostenibilidad de la respuesta depende de la vinculación a las instituciones a las que estamos ligados, para asegurar que ellas sean canales efectivos de solidaridad y que ésta beneficie efectivamente a los pobres.

- Con la categoría salvífica, decantada por la CLAR durante los últimos trienios, de lo “inter”, es decir, la inter-relacionalidad, para asegurar la presencia de las diversas fuerzas y sus propias posibilidades de acción. La inter-disciplinariedad y la inter-responsabilidad de los gobiernos que tendrán que preocuparse por la recopilación y la honesta administración de los recursos económicos, y de la Iglesia que deberá dedicarse a la recuperación del tejido social que colapsó hace 15 días; la inter-culturalidad afanosa de los pueblos que acuden, pero respetuosa de la raza haitiana, incluso en relación con el vudú, que la caracteriza y que no siempre riñe con la propuesta evangélica; la inter-congregacionalidad de la Vida Consagrada, para compartir recursos sobre todo humanos, institucionales y carismáticos, a favor de una presencia que ya es histórica pero que ahora se debe abrir a nuevos horizontes.

- Con el mismo recorrido del Maestro desde su encuentro con la siro-fenicia hasta su transfiguración, porque proporciona un punto de partida en esta situación límite, y un punto de llegada en la pascua como entrega de la vida para ganarla. En este contexto la escucha se convierte en reacción a la Palabra, el discernimiento en respuesta a este signo de los tiempos, la compasión en caridad afectiva y efectiva, la revitalización en formación a todos los niveles y la transfiguración en un ideal, anticipo del “ya pero todavía no” de nuestro proyecto salvífico.

- Con planes de acción que integren recursos humanos, apoyos financieros, soluciones creativas, protagonismo de los haitianos, formación de comunidades, escucha de la Palabra de Dios… y que garanticen el rompimiento del círculo de la miseria por medio de la alimentación, la educación, la salud, el trabajo…

El compromiso con Haití debe abrirse hacia un nuevo amanecer nacional y eclesial, pero sin dejar de dar respuesta a sus actuales clamores, “con el afán de quien tiene que ir a apagar un incendio”. Las/os religiosas de América Latina y El Caribe están dando una respuesta ejemplar, las conferencias nacionales han creado sus propios mecanismos de apoyo, la CONDOR se ha constituido en un puente directo de inmediata canalización, la CHR se va recuperando y la CLAR se mantiene dispuesta a animar y a apoyar esta compasiva cercanía. Cae de su peso el espacio que tendremos que darle en la ya cercana Junta Directiva de marzo.

Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, Patrona de Haití, fortalezca a ese pueblo y a la Vida Consagrada de esa Iglesia, e ilumine y sostenga nuestra respuesta.



Presidencia de la CLAR
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