Misa de envío a Maestros de Religión Decanato Norte

El viernes 5 de marzo a hs 20 en el templo Parroquial La Purísima se llevó a cabo la Santa Misa de Envío a los catequistas y Maestros de Religión de Escuelas Públicas y Confesionales del decanato Norte. Fue presidida por nuestro querido obispo Mons. Daniel Colombo y concelebrada por el Administrador Parroquial de la Purísima, Rvdo P. Fr. Alfredo Olivera. Acompañaron los seminaristas de la Diócesis, Luis Alberto, Carlos y Marcelo.
Hubo gran concurencia de catequistas provenientes de Salvador Maza, Aguaray, Tartagal y Mosconi. Además Monseñor Colombo bendijo a una joven que cumplía sus 15 años. En la homilía leyó unas Acentuaciones Pastorales para el Ciclo 2010 y al final se hizo entrega del Mandato Catequístico Escolar Ciclo Lectivo 2010.



ACENTUACIONES PASTORALES AL INICIO DEL CICLO LECTIVO 2010
en la Misa de Institución de Catequistas y Maestros de Religión
(Orán, 4.03.10; Tartagal, 5.03.10)

1. Naturaleza de la misión de la Iglesia
Estamos comenzando el ciclo lectivo y la entrega del mandato para enseñar Religión en las escuelas públicas y en nuestros institutos educativos, constituye una oportunidad muy importante para reflexionar sobre la misión evangelizadora de la Iglesia, no de una manera abstracta sino concreta y precisa a partir de la realidad de nuestra diócesis de Orán, sin prescindir del marco de referencia que nos ofrece la doctrina de la Iglesia.
Nuestra labor docente, y específicamente catequística, se fundamenta en la misión de enseñar que Cristo confió a los Apóstoles. Es la misma Iglesia, que bajo la guía del Espíritu Santo, hoy conducen Benedicto XVI y el Colegio de los Obispos en comunión con él. Cambian las épocas, surgen nuevos desafíos, pero la Iglesia de Cristo, lanzada al embate de las olas de la historia, está llamada a anunciar a su Señor, e invitar a todos y todas a formar parte del Reino. El conjunto de verdades de fe, la doctrina de la Iglesia, con sus distintos niveles de importancia y significación teológica, se presenta a los hombres y mujeres de cada tiempo de modo que las puedan comprender con la inteligencia de la fe, y adherir de corazón, consciente y libremente.




2. El mandato catequístico
Ahora bien, esta Iglesia de Cristo, presente en nuestra Diócesis de la Nueva Orán, los envía a desempeñar la misión de educar en la fe a través de la enseñanza de la Religión en las escuelas públicas y en los colegios católicos. Por ello, para que conste pública y formalmente este envío, como Obispo de la Nueva Orán les confiero el mandato catequístico. Llego a dar este paso informado por mis colaboradores más inmediatos: las supervisoras de Religión de las escuelas públicas y los responsables de los colegios diocesanos y religiosos. Pero además Uds. provienen de comunidades de nuestra diócesis, participan en su dinamismo vital, en sus celebraciones y actividades. Sus párrocos o responsables pastorales nos han informado oportunamente de dicha pertenencia consciente y constante, como requisito indispensable y como criterio orientador necesario de verificación permanente.
Se trata de un acto de confianza de la Iglesia, que en este momento los considera idóneos para la misión de enseñar. No es un cheque en blanco. Uds. deberán honrar esta confianza no sólo con sus enseñanzas sino con su ejemplo de vida. Por eso, no seremos nunca complacientes con las deficiencias doctrinales, la falta de coherencia de vida o el incumplimiento de las responsabilidades pedagógicas propias de la tarea. Por ello, es imprescindible la formación permanente. Pero sobre todo es muy necesaria, la vida sacramental que, fundada en la Palabra de Dios, vive la conversión-reconciliación a través del sacramento de la Penitencia, y se alimenta para el rigor del camino, con Cristo, el Pan de Vida. Necesitamos no sólo maestros de Religión o catequistas escolares sino testigos veraces de Cristo, llamados a transformar con Él, la historia humana con sus luces y sombras, en historia de salvación.





3. Los maestros de Religión en las escuelas públicas
Específicamente quiero referirme a la situación de los maestros de Religión, quienes llevan adelante una misión que cada año, es evaluada y considerada a la luz de la altísima responsabilidad que el Estado encomienda a la Iglesia. Se tienen en cuenta los diferentes elementos de juicio, sean pedagógicos o institucionales, los rendimientos específicos de cada año, las respuestas dadas desde la condición apostólica que la Iglesia les ha dado.
En el caso de los maestros de Religión, la Iglesia no es en modo alguno una dadora de trabajo, una empleadora. Presentamos a aquellos que consideramos idóneos para la misión de maestros de Religión para que el Estado los designe. No actuamos movidos por consideraciones humanas, privilegios o preferencias. El Estado nos pide la colaboración de discernir la capacidad de un hermano o hermana de nuestras comunidades para desempeñarse como maestro de Religión. En nuestro caso, como Iglesia, queremos garantizar que siempre estos hombres y mujeres de nuestro pueblo, sean consecuentes con esta confianza de la Iglesia. De otra manera, no renovaremos el mandato el año siguiente. Ningún funcionario político, religioso o gremial, ninguna otra autoridad humana, podrán hacernos torcer nuestra propia misión de preservar la calidad humana, docente y apostólica de los maestros de Religión. Les comparto esto para que a partir de ahora, tengan en claro desde qué perspectiva el Obispo cumple con su misión.


4. Los catequistas escolares de los colegios católicos
En el caso de los colegios católicos, delegamos en los representantes legales la elección de la persona adecuada para desempeñarse como catequista, con iguales exigencias que las que venimos pidiendo a los maestros de Religión de las escuelas públicas. Allí es muy importante la coherencia de la misma institución con los fines de la Iglesia para no ofrecer la riqueza más honda que poseemos como la parte de una suerte de combo educativo y nada más. La formación religiosa de nuestros colegios debe ser el motivo principalísimo de la elección educativa que hacen los padres y no una mera actividad piadosa agregada al resto de las incumbencias educativas, como quien escoge una afición artística o deportiva. Queremos que en nuestros colegios católicos la enseñanza de la Religión constituya una riqueza que motive no sólo la inscripción en la escuela sino, fundamentalmente, la participación en la vida de la Iglesia por parte de los alumnos y de sus familias.


5. Los contenidos de este año
Finalmente, queridas supervisoras, queridos representantes legales, queridos catequistas y maestros de Religión, los invito a considerar los contenidos que deberán incluir en sus planificaciones y actividades, respetando naturalmente la libertad religiosa y practicando escrupulosamente la tolerancia.
Se trata de dos objetivos pastorales que están presentes en nuestra vida pastoral como Diócesis. Los vengo señalando machaconamente en mis escritos pastorales pero ahora los vuelvo a considerar en este marco tan importante.

Las dimensiones vocacionales de la Vida
En primer lugar les quiero pedir que descubran y profundicen la dimensión vocacional de sus vidas como hombres y mujeres de este tiempo, como esposos y padres, como maestros y catequistas. Nuestra vida está llamada a responder a la invitación de Dios. Este Año Vocacional diocesano es para nosotros adultos, sacerdotes y catequistas, la oportunidad de revivir nuestro amor primero, nuestro fervor original, nuestra entrega inicial a Cristo y de rejuvenecer nuestra respuesta al servicio de su Reino.
Les pido sobre todo que ayuden a niños y jóvenes a considerar con generosidad el llamado de Dios en sus vidas y a descubrir que no se puede ser auténticamente feliz sin Dios, sin los hermanos, sin decir que sí a lo verdaderamente bueno y noble que el Señor ha hecho habitar en nuestros corazones, su aliento de Vida.
Preséntenles lo más completamente que puedan, las distintas posibilidades vocacionales del cristiano: como esposos, padres y madres, como consagrados y consagradas, como sacerdotes, como diáconos, como ministros de la Palabra y de la Comunión, catequistas, servidores de Cáritas… Pero también iluminen con sus clases, las otras áreas del obrar humano, con dimensiones también vocacionales muchas veces ignoradas en nuestras predicaciones, como son la vida social y política. Necesitamos de jóvenes decididos a estudiar y formarse para trabajar en estos sectores de la comunidad, y queremos acompañarlos para que no estén solos ni solas en ello.

Formamos parte de una Iglesia presente en una realidad multicultural
Hay un segundo acento o contenido que no deberá faltar en sus planificaciones. Este año, nuestra diócesis se ha planteado la vivencia concreta del tercer objetivo específico del Plan Pastoral: Promover el diálogo y el respeto mutuo asumiendo la diversidad de los pueblos y culturas de nuestra comunidad diocesana.
Como educadores y educadoras cristianos, les pido que procuren con todas sus energías reconocer y celebrar las diferencias culturales que, en vez de alejarnos, constituyen la oportunidad de ser el único Pueblo de Dios, peregrino en la Nueva Orán. Interésense por tender puentes entre sus alumnos, provenientes de distintas culturas y pueblos, para que aprendan a dialogar, a escucharse unos a otros, aprovechando las oportunidades del calendario (por ej. la Semana del Aborigen o las Fiestas Patrias).
No dejen pasar sin corregir con prudencia y persuasión, aquellas expresiones del lenguaje corriente que puedan constituir ofensas o discriminaciones inaceptables. Para ello, cuídense primero Uds. mismos de incurrir en ellas, revisen sus propios criterios de valoración y sean exigentes en la conversión de aquellas discriminaciones que los alejen de sus niños y jóvenes. Un maestro o maestra de Religión, un catequista, es un hombre o mujer de corazón abierto, sabedor feliz que Cristo ha resucitado para todos y en Él nos ha llamado a ser hombres y mujeres nuevos.



6. Conságralos en la Verdad, tu Palabra es verdad (Juan 17, 17)
Mis queridos hermanos y hermanas, concluyo compartiendo con Uds. las palabras de Jesús, de donde he tomado mi lema episcopal. Los invito a vivir apasionadamente esta pertenencia a la Iglesia que los lleva a ser testigos de la Verdad, en sus comunidades educativas. Jesús, con su Vida y su Palabra, nos ha conmovido el corazón, nos ha llamado por nuestros nombres, nos ha escogido como sus enviados ante los hermanos y hermanas. Vivir esto con alegría y fidelidad nuestra misión de Catequistas y Maestros de Religión, es la respuesta de amor a Aquél que nos amó primero.
Les agradezco la dedicación de estos años, los esfuerzos por continuar formándose aún en realidades muy desfavorables económica y socialmente. No dejen de participar en los espacios de formación permanente que se ofrezcan a lo largo del año. Gracias por estar presentes allí donde muchas veces no llegamos con nuestras parroquias y capillas. Que el Señor los bendiga y haga fructíferas todas las acciones que en su nombre realicen este año.
En San Ramón de la Nueva Orán, el 1º de marzo de 2010.


+ Marcelo Daniel Colombo
Padre Obispo de la Nueva Orán





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