Pastoral Juvenil Vocacional de la Diócesis de Orán

PASTORAL JUVENIL DIOCESANA VOCACIONAL 2010
LEMA: “Joven… la Verdadera Vocación es el Amor

Históricamente los jóvenes han sufrido de los excesos de una parte del mundo en general, desde la antigüedad hasta nuestros días, en materia de trabajo, política, derechos humanos, en definitiva como personas integrantes de una sociedad. En distintos momentos de la historia del mundo, personalidades de distintos niveles sociales, no han sabido o no han querido brindar esos espacios que la juventud requiere para poder trabajar desde su lugar y en su tiempo, en la construcción de la humanidad; en definitiva, en la construcción de ese gran Plan que Dios nos legó.
Nos dice el Documento de Puebla en el N° 1167: “La juventud no es sólo un grupo de personas de edad cronológica. Es también una actitud ante la vida, es una etapa no definitiva sino transitiva…” y en el N° 1168 nos dice que: “Un inconformismo que lo cuestiona todo; un espíritu de riesgo que la lleva a compromisos y situaciones radicales; una capacidad creativa con respuestas nuevas al mundo en cambio que aspira a mejorar siempre como signo de esperanza…”
Siempre y en distintas épocas los jóvenes fueron objeto para realizar tareas de fuerza propiamente dicha, sin importarle a una parte del mundo adulto, de la inteligencia de cada uno de ellos, ni tampoco de lo que su corazón inquieto marca a fuego en su interior.
Antes de proponerles líneas de actuación como respuesta a los problemas que atañen a nuestros jóvenes y alumnos en nuestras escuelas católicas y grupos juveniles, debemos entender que en el tema que nos ocupa estamos involucrados todos, porque todos debemos avocarnos a “la gran tarea de custodiar y alimentar la fe del pueblo de Dios, y recordar también a los fieles de este continente que, en virtud de su bautismo, están llamados a ser discípulos y misioneros de Jesucristo” (Doc. Aparecida) desde el lugar que le compete a cada uno, para que los padres sean padres, los docentes mejores maestros, los sacerdotes sean una renovada visión de la Iglesia y la sociedad una comunidad más solidaria.-
Es en razón de ello, se necesita poner un plan integral en la formación de nuestros adolescentes para que toda su persona se vea iluminada por la luz de la fe en nuestro Señor, no tan solo en un plan escolar, sino, también a nivel pastoral diocesano y comunitario, dado que por el contrario, si solo buscamos imprimir en nuestros jóvenes, carácter evangélicos y no procedemos de igual modo en sus padres, maestros, profesores y otros estamentos de la comunidad, estaríamos haciendo tan solo la mitad del recorrido con las consabidas consecuencias ya conocidas marcadas por el individualismo.-
Don Bosco trabajó incansablemente en esta tarea de darles a los jóvenes una mejor oportunidad en aquellos tiempos de revolución industrial, haciendo del trabajo un camino de santidad para muchos, viendo en la persona de los jóvenes a Jesús enaltecido.
“La Buena Nueva de Cristo renueva continuamente la vida y la cultura del hombre caído; combate y elimina los errores y males que brotan de la seducción, siempre amenazadora, del pecado. Purifica y eleva sin cesar las costumbres de los pueblos. Con las riquezas de lo Alto fecunda, consolida, completa y restaura en Cristo, como desde dentro, las bellezas y cualidades espirituales de cada pueblo o edad” (CIC N° 2527)
En estos tiempos que corren, pareciera que este mundo globalizado condena a la juventud a solo ser un número estadístico, un número y nada más. Esto hasta se ve en las parroquias, cada joven termina siendo usado o tenido en cuenta solo por lo que puede dar o hacer, como tareas de ornamentación, tareas en la cocina, tareas de limpieza, muy dignas todas, pero en muchos de los casos, pocas veces reconocido y valorado como tarea de servicio y entrega, lo que termina relegándolos a las tareas de poner, meter o sacar algo. Escasas veces se valora el aporte intelectual y casi no tienen posibilidad de que sus aportes se tomen en cuenta lealmente.
“El papel normal que juega la juventud en la sociedad es el de dinamizar el cuerpo social. Cuando los adultos no son auténticos, ni abiertos al dialogo con los jóvenes, impiden que el dinamismo creador del joven haga avanzar el cuerpo social. Al no verse tomados en serio, los jóvenes se dirigen por diversos caminos, o son acosados por diversas ideologías, especialmente las radicalizadas, ya que siendo sensibles a las mismas por su idealismo natural, no siempre tienen una preparación suficiente para un claro discernimiento, son indiferentes al sistema vigente o se acomodan a él con dificultad y pierden capacidad dinamizadora…” (DP N° 1170)
Es la plena adolescencia, la edad donde nuestros jóvenes van definiendo su personalidad conforme a lo sembrado anteriormente. Es un error encasillarlo definitivamente como “bueno” o "echado a perder". En él se acrecienta el interés por conocerse bien y, en algunos, hay un sincero deseo de corregir el camino. Se compara con los demás de manera más marcada, por lo que puede llevarle a un inicio de frustración personal si no ha sabido aceptarse.
No hay que dejarse engañar: aunque parezca adulto, tiene todas las inseguridades de un adolescente. Posee una gran riqueza de sentimientos aunque son inestables. Pierde bastante tiempo con la melancolía y el romanticismo. Tiene necesidad de verse estimado y de intimidad. En los diálogos con él hay que preocuparse sinceramente por sus intereses, valorar sus cualidades, proponerle una personalidad rica y atractiva de cara a su éxito personal y social. Más que nunca, hay que darse tiempo para escucharle cuando abre su mundo interior.
Es importante que el formador sepa encauzar para el bien todas las fuerzas del adolescente. No se trata de reprimir; así lo debe entender él y lo debe vivir en la práctica. Se le debe mostrar el inmenso horizonte de bien y de belleza que puede alcanzar para su propia vida y personalidad y en provecho de los que le rodean y de toda la humanidad.
En esta edad los problemas sexuales suelen ser más fuertes y de difícil solución. No hay que dejarse engañar por las apariencias: a veces se piensa que los más extrovertidos son los que peor están moralmente y no siempre es así. La influencia del ambiente negativo es muy fuerte: se siente presionado a hacer cosas inmorales y es fácilmente manipulable; al mismo tiempo que pierde el miedo a cometer algunos pecados. Por ello, es necesario que luche contra el hedonismo y el materialismo.
Es un volcán de efusividad y de ganas de vivir, aunque no se atreve a enfrentarse con su futuro. Siente que debe aprovechar al máximo cada segundo de su vida, no quiere que se le escape ningún momento, ni ninguna experiencia novedosa y excitante. Unos se abocarán a la extroversión social, buscarán el estar reunidos lo más posible con los amigos, las fiestas continuas, incluso entre semana. Otros se podrán encerrar en la nostalgia, la fantasía desmedida y la pasividad, no pocas veces fruto del cansancio típico que produce el autoerotismo.
Escuchamos no raras veces decir que el joven es el futuro, pero bien sabemos sin manifestarlo de que el joven es el presente, es hoy…Pero ¿Qué hacer? La Iglesia ve en la juventud una enorme fuerza renovadora, símbolo de la misma Iglesia. Esto lo hace por vocación y no por táctica, como dijo Juan Pablo II “Llamada a constante renovación de sí misma, o sea, a un incesante rejuvenecimiento” (Juan Pablo II, Alocución Juventud, 2. AAS LXXI, p. 218)
Nosotros estamos llamados a generar la apertura de nuevos y productivos caminos, para la inclusión social y eclesial, de éstos, nuestros jóvenes de hoy, primero generando lugares de encuentro en donde se puedan debatir y compartir las inquietudes, los inconvenientes, las voluntades, en definitiva la problemática propia del joven, dando un espacio genuino en donde cada uno se pueda expresar con total libertad para ser tenido en cuenta, un lugar en donde los valores estén presentes en todas direcciones. Este lugar de encuentro debe estar orientado a que el joven pueda descubrir, redescubrir y descubrirse como parte integral de esta sociedad y de esta Iglesia, declararse como persona capaz de superación, imagen y semejanza de Dios reflejada en el rostro, la compañía y el apoyo de otro joven que lo ayudará a vivir estos valores cristianos.
Se realizará mediante talleres de formación, capacitación y de autogestión; dando charlas y promoviendo encuentros en colegios, centros deportivos, clubes, centros vecinales o sociedades de fomento, en ámbitos parroquiales y diocesanos. “La juventud camina, aún sin darse cuenta, al encuentro de un Mesías, Cristo, quien camina hacia los jóvenes” (Cfr. Pablo VI). Sólo Él hace verdaderamente libre al joven. Este es el Cristo que debe ser presentado a los jóvenes como liberador integral (Cfr. Gál. 5, 1. 13; 4, 26. 31; 1 Cor. 7, 22; 2 Cor. 3, 17).
“La máxima realización de la existencia cristiana como un vivir trinitario de “hijos en el Hijo” nos es dada en la Virgen María quien por su fe (cf. Lc 1, 45) y obediencia a la voluntad de Dios (cf. Lc 1, 38), así como por su constante meditación de la Palabra y de las acciones de Jesús (cf. Lc 2, 19.51), es la discípula más perfecta del Señor. Interlocutora del Padre en su proyecto de enviar su Verbo al mundo para la salvación humana, María con su fe llega a ser el primer miembro de la comunidad de los creyentes en Cristo, y también se hace colaboradora en el renacimiento espiritual de los discípulos. Del Evangelio emerge su figura de mujer libre y fuerte, conscientemente orientada al verdadero seguimiento de Cristo. Ella ha vivido por entero toda la peregrinación de la fe como madre de Cristo y luego de los discípulos, sin que le fuera ahorrada la incomprensión y la búsqueda constante del proyecto del Padre. Alcanzó así a estar al pie de la cruz en una comunión profunda, para entrar plenamente en el misterio de la Alianza”. (Documento de Aparecida N° 267)
Al adolescente le atrae irresistiblemente la autenticidad de quien es capaz de vivir contra corriente un gran ideal. Es ahora cuando se empieza a descubrir el verdadero sentido y valor de la amistad; a encontrar y a apreciar a los amigos fieles. Por ello, es el momento propicio para presentarle a Cristo, como Amigo íntimo y fiel. Si el formador se lo ganó en las etapas anteriores, ahora será su mejor confidente y, poco a poco, podrá construir en él una rica personalidad y un alma siempre más generosa para con Dios.
Sus conversaciones son apasionadas y vivas; así también deben ser las conversaciones y los momentos de formación con él. Es necesario visualizarle experiencias fuertes de la vida que le hagan pensar, ya que ahora capta mejor cualquier tipo de reflexión y los valores abstractos de la justicia, la fidelidad, etc. Le gusta que se le hable como a personas mayores, que se le respete su opinión y se le rebata con argumentos.
Gracias a su mayor estabilidad y capacidad de interiorización, vive para grandes retos e ideales. El formador debe encauzar estos sueños, exigiéndole una responsabilidad mucho mayor de cara a la Iglesia. Por ello, es muy necesario presentarle una imagen renovada de su fe, para que lo vea como algo apropiado a su edad; y el secreto para lograrlo es, sin duda, ofreciéndole un apostolado de envergadura y una atención personal mucho más continua y esmerada. Además, es clave también la figura de un responsable de equipo que sea líder humano o social y un modelo de vida cristiana.
El enfriamiento espiritual puede ser definitivo, llegando incluso a culpar a Dios por no darle la fuerza para superar las caídas. Por tanto, es necesario infundirle la confianza cristiana y la necesidad de la frecuencia sacramental (se puede recuperar lo que se perdió en la crisis de la etapa anterior). No le gusta que se le impongan las cosas, por ello hay que cuidar mucho la forma de presentarle sus obligaciones religiosas y la Voluntad de Dios, como lo mejor que puede elegir y lo que más realiza su libertad, para lo cual la Fe y la Esperanza debe estar presente en todos los planos de su persona con una:

I. Formación Intelectual

Desarrollo de habilidades mentales:
Donde el adolescente profundice y valore su fe y la moral católica, al compararlas con otras doctrinas y estilos de vida; que se ejercite en la transmisión de los conocimientos adquiridos.
Para que a esta edad adquiera progresivamente un mayor grado de madurez en sus reflexiones, sea menos impulsivo, más realista y más objetivo en sus juicios.

II. Formación Espiritual

a) Amor a Jesucristo:
Se buscará que los jóvenes descubran a Jesucristo como el Amigo que dio la vida por él y que está esperando su correspondencia.
Para ello el formador tiene que hacer todo lo posible para ayudarle a que tenga experiencias fuertes de Jesucristo (retiros espirituales exigentes y a crear, misiones, etc.); ya que, en esta edad, empieza a entender lo que es la amistad, pero a la vez, se vuelve frío ante lo religioso por haber crecido y por verlo como algo propio de niños.

b) Oración, sacramentos y vida de gracia:
Se buscará que los jóvenes conciban su relación con Dios como una respuesta al amor que Él le tiene; Cristo es el Amigo que nunca le falla y al que no le debe fallar nunca.
Sean concientes de que tienen que colaborar necesariamente para fortalecerse en su oración, en su vida sacramental; cultive la virtud teologal de la esperanza, para que esté cierto de que Dios le dará los medios necesarios para salvarse, que nunca será tentado por encima de sus fuerzas y que en cada momento cuenta con la ayuda de Dios.
Que logre una amistad y confianza absolutas con su director espiritual, para ir superando sus caídas en el campo moral. La función del director como confidente y amigo será clave (más aún que sus padres) en este aspecto. El formador provocará la confianza hablando con claridad y serenidad sobre estos temas en conferencias; ya que, en esta edad, está expuesto a peligros más graves: alcohol, sexo, drogas, espectáculos, etc. Las pasiones no encauzadas se empiezan a convertir en vicio. Manifiesta desinterés en su vida interior y sufre la influencia del ambiente que le rodea, que suele ser agresivo en lo moral y lo religioso. ¡La amistad con Cristo es la perla preciosa por la que se vende todo!

c) Voluntad de Dios:
Se buscará que el adolescente sea consciente de que para ser fiel a la Voluntad de Dios necesita obedecer fielmente a todo lo que le pide Cristo Amigo, a través de su conciencia y de sus directores. De manera tal que, en esta edad, el adolescente sea más racional, más consciente de sus actos y, por eso, puede ser también más calculador. ¡La verdadera amistad está en la unión de voluntades!

d) Amor a la Virgen:
Se buscará que el joven fortalezca y descubra en la Santísima Virgen el modelo perfecto de mujer y experimente que no hay amor más tierno, más puro y más cercano que el de María. Puesto que, en esta edad, empieza a entender la necesidad del afecto complementario de una mujer, puede entender mejor el papel de la Virgen en su vida.

e) Amor a la Iglesia y a las almas:
Se buscará que el adolescente resuelva sus dudas de fe y encuentre los motivos para defenderla, gracias a la ayuda de su formador; ya que, en esta edad, racionaliza sus relaciones con la Iglesia, motivado por su pereza y egoísmo.

III. Formación Humana

a) Formación de la conciencia:
Se buscará que el joven valore que, está llamado a ser líder en la conquista de sí mismo para llevar a los demás hacia Cristo. Para ello el formador debe ayudarle a desenmascarar los antimodelos que el mundo propone como modelos; ya que, en esta edad, el adolescente es fácilmente manipulable por el grupo y se deja llevar por el respeto humano. Va perdiendo el miedo a cometer algunos pecados, y le cuesta más la generosidad y el sacrificio que implica el ser fiel a su conciencia.
¡“Mi conciencia no la van ha controlar los falsos profetas”!

b) Formación de la voluntad:
Se buscará que el adolescente ejercite su capacidad de sacrificio por amor a Jesucristo, aun en cosas lícitas.
Puesto que, en esta edad, se siente muy atacado por la pereza, el miedo al sacrificio, la falta de voluntad y el ambiente del grupo, por el que se deja llevar: conversaciones, chistes, tabaco, películas, etc. ¡El ambiente no domina a los hombres auténticos!

c) Formación del carácter:
Se buscará que los jóvenes conozcan los factores que intervienen en su temperamento y el modo de enriquecerlos; que acepte por sí mismo los valores e ideas que lo guiarán durante toda su vida, teniendo presente que tiene que ser un líder cristiano: que sabe a dónde va y que es capaz de afrontar con garbo los retos que se le presentan y de influir positivamente en los demás. Puesto que, en esta edad, tiene un gran interés en conocer su temperamento y personalidad y va definiendo su carácter, sus valores y sus ideas.
¡“Si yo no me formo, nadie lo hará por mí”!

d) Formación de las virtudes humanas:
Se buscará que el adolescente reafirme su capacidad de sacrificio, motivado por el ideal de Cristo y por la urgencia de la misión; y aprenda a valorarse a sí mismo por lo que es (sus virtudes, su generosidad, su fortaleza, etc.) y no por lo que tiene o por lo que los demás piensen de él.
Para ello el formador debe presentarle las virtudes de modo vivo y atractivo, encarnadas en modelos de vida; ya que al adolescente, en esta edad, le afecta fuertemente el hedonismo y el materialismo del ambiente.

e) Formación en el liderazgo:
Se buscará que el adolescente perciba la necesidad de formarse líder cristiano de cara a la misión que Dios ha puesto en sus manos, teniendo en cuenta que existen diversos tipos de liderazgo, que esté en una actitud de constante crecimiento y maduración, impulsado por el deseo de conquistar metas e ideales altos. Puesto que, en esta edad, está todavía definiendo su personalidad.
¡Cuando el líder no se supera, retrocede!

IV. Formación Apostólica

a) Ser apóstol:
Se buscará que el adolescente sea coherente con las exigencias de su vocación cristiana, las interiorice y las viva con un mayor convencimiento; puesto que, en esta edad, va entendiendo mejor su responsabilidad y su compromiso bautismal a la santidad y al apostolado.

b) Hacer apostolado:
Se buscará que el adolescente se lance a proyectos apostólicos de envergadura, donde se sienta plenamente responsable, y los lleve a cabo con profesionalidad y excelencia; ejerza su liderazgo en el colegio o en el grupo juvenil y en su medio ambiente; y dedique tiempo efectivo a algún apostolado estable. En esta edad, el adolescente tiene la suficiente capacidad para realizar grandes apostolados.
¡“Si yo no soy responsable en mi apostolado, éste se vendrá abajo”!
Por esta razón proponemos:

Ø OBJETIVO GENERAL: Ayudar a los jóvenes a descubrir su vocación personal, acompañar este proceso de crecimiento para que alcancen una madurez humana, afectiva y cristiana, en sus familias y dentro de su comunidad parroquial.
Ø Líneas de acción:
1. Convocar y organizar encuentros, talleres, jornadas de convivencia para constituir y planificar una Pastoral Juvenil basada en una auténtica fraternidad evangélica.
2. Disponer el dictado de charlas para acompañar los procesos formativos de los agentes pastorales juveniles, en lo personal, social y comunitario, con un discernimiento realmente cristiano.
3. Disponer el dictado de charlas en los colegios secundarios católicos y públicos, destinados a los niveles de 1°, 2° y 3° del Polimodal a los colegios que así lo soliciten mediante nota dirigida a esta Coordinación de Pastoral Juvenil.
4. Desarrollar una comunicación más activa y efectiva entre los diferentes grupos juveniles de cada decanato y con las comunidades parroquiales.
5. Crear los espacios necesarios para que la Pastoral Juvenil interactúe, desde su misma esencia, con el resto de las comunidades, sin que ello signifique la pérdida de los valores y características que le son propias.
6. Mantener una permanente y cercana relación con los Decanos a través de sus agentes de pastoral juveniles.
7. Proponemos crear y conformar delegaciones que dependan de la Coordinación de esta Pastoral Juvenil en los lugares mas alejados de la Sede de la Diócesis de la Nueva Orán, apostando a una mejor integración y comunicación con toda la Juventud Diocesana.
8. Generar espacios destinados exclusivamente a la formación de los animadores de los diferentes grupos juveniles que integren la Pastoral Juvenil.
9. Realizar reuniones de esta Pastoral Juvenil, a parte de las reuniones semanales en la Sede Diocesana ya establecidas, también dejar fijadas reuniones trimestrales en cada uno de los Decanatos a realizarse en la Parroquia o lugar que designe cada Decano, (se deberá consensuar fecha y hora de estas reuniones entre esta Coordinación y los Sacerdotes responsables de cada Decanato) Contar con la presencia del los párrocos y los responsables de cada delegación (las reuniones serán de media jornada).
10. Recuperar las Adoraciones al Santísimo Sacramento de grupos juveniles por Decanato.
11. Crear un Ministerio de Música.
12. Darle mayor participación en las novenas de las Fiestas Patronales Parroquiales a los grupos juveniles, dándole espacio en un día específico de la novena, comprometiéndose esta Coordinación a brindar todo el acompañamiento y asistencia posible al grupo designado.
13. Esta Coordinación se compromete a brindar capacitación a las parroquias en la formación de agentes de pastoral para que puedan realizar retiros espirituales parroquiales destinados a los jóvenes.
14. Proponer a los grupos Palestra – Puente y otros que existan en la diócesis a que formen parte de esta Coordinación de Pastoral Juvenil.

Como hemos mencionado anteriormente, este recorrido debe tener una fuerte presencia de todos los actores que intervienen en el desarrollo de nuestros jóvenes. Tanto los señores padres, como los docentes, profesores, sacerdotes y laicos comprometidos que eligieron libremente pertenecer a esta porción del rebaño, por tanto, su responsabilidad es tener una coherencia entre lo que se vive con lo que se predica. La modernidad nos impone este desafío, aunque tengamos que volver a las viejas prácticas de los talleres para padres, foros de docentes y de laicos, para reverdecer el mensaje original de Jesús “Camino, Verdad y Vida” de lo contrario, el saber se quedará tan solo como un montón de conocimiento sin trascendencia “Si el constructor no construye, en vano trabajan los albañiles” .-
Por otra parte, debemos mejorar la relación y el trabajo entre: Diócesis – Decanatos - Parroquias – Colegios Católicos y Públicos donde, nuestros adolescentes vean un mejor acompañamiento de nuestros sacerdotes más allá de las celebraciones establecidas. Como ejemplo, sería apropiado realizar jornadas o convivencias donde varios sacerdotes aclaren temas como: ciencia y Fe o verdad y razón, o bien, porque la opción por Dios aun hoy vale la pena.-
En lo referente, como sociedad, incrementar la solidaridad y la ayuda mutua con “Esos rostros que nos duelen” (Doc. Aparecida). Obrar en misión, no para que choquen las culturas, sino, para aprender que aporta el joven en esos rostros y que recibe de ellos para construir una tierra de hermanos próximos, de tu a tu y sin fronteras.-
“La Pastoral de juventud buscará que el joven crezca en una espiritualidad auténtica y apostólica, desde el espíritu de oración y conocimiento de la Palabra de Dios y el amor filial a María Santísima que uniéndolo a Cristo lo haga solidario con sus hermanos y eficaz en su seno familiar.
Los temas están fundamentados y centrados en algunos puntos del Concilio Vaticano II en su Gaudiun et Spes y la declaración Gravissimum Educationis, la Doctrina Social de la Iglesia, el Documento de Aparecida (sumándonos a la gran Misión Continental), alineados a la Pastoral Juvenil Regional (esperando el Bicentenario) y acorde al Plan Pastoral Diocesano.



David Ponce
Coordinador de Pastoral Juvenil

*NOTA: Pedimos expresamente su colaboración en lo referido a este nuevo proyecto de Pastoral Juvenil, sintiendo la necesidad de querer conocer su mirada al mismo, por tanto estamos dispuestos a reunirnos y sentarnos a conversar en el momento que usted disponga o crea oportuno, para conciliar el proyecto sugerido y aunar criterios para su aplicación, hasta el Sábado 27 de Febrero del 2010 en el Plenario que se realizará en el Centro Cultural de la Casa del Laico de 09:00Hs a 17:00Hs. Esperamos pueda transmitir esto a los Sacerdotes de su Decanato, esperando contar con la asistencia de uds. en este encuentro; lo saludo en un fuerte abrazo en Cristo y María Santísima. David Ponce al TEL: (03878) 15577797.

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