
La prensa de aquella época daba así la noticia de la muerte de Esquiú: “Ha muerto no sólo un gran Pastor, sino un gran hombre, que iluminó con su prodigioso talento y con la luz de sus conocimientos profundos, el claustro, la cátedra sagrada…, el humilde entre los humildes, que vivía más humildemente aún, ha expirado en un lugar humilde, solitario, privado de todo recurso, rodeado por el misterioso silencio del desierto” (El Eco de Córdoba-12-1-1883). “Los buenos se van, y cuando los buenos se van es porque algo serio nos prepara la Providencia a los malos”. (El Ferrocarril, Mendoza-31-1-1883). “La humildad, la pobreza, el desinterés, la castidad, el sacrificio, el amor al prójimo, la obediencia; las privaciones y los dolores impuestos a su existencia física. Todo ese conjunto que ha prescripto el rito y que pocos tienen presente, estaba encarnado en el fraile catamarqueño”. (El diario de Buenos Aires-31-1-1883).

Estado de la Causa de beatificación
Desde hace pocos años la Causa de beatificación de Esquiú tuvo un marcado avance. El sacerdote franciscano Fray Jorge Martínez, vicepostulador de la Causa, manifestó que el 18 de octubre de 2006 la Congregación para las Causas de los Santos presidida por el cardenal José Saraiva Martins, la Comisión de Cardenales y Obispos aprobó oficialmente la heroicidad de la virtudes de Esquiú”.
Para ello se consideró al Siervo de Dios, “como franciscano, obispo de Córdoba, fiel hijo de la provincia de Catamarca, humilde obispo dado a los pobres y a la evangelización, en tiempos difíciles de guerras internas y desunión de los argentinos, y para muchos el inspirado orador de la Constitución”.
Posteriormente, el 16 de diciembre de 2006, el Santo Padre Benedicto XVI reconoció las virtudes heroicas del Siervo de Dios Fray Mamerto Esquiú asignándole el título de Venerable, que lo acerca a su pronta beatificación.+

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