“Les doy una Buena Noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy les ha nacido el Salvador, el Mesías y Señor…” (Lc. 2,12)
¡Feliz Navidad! Cada año, tenemos la oportunidad de revivir en tiempo presente, el nacimiento de Jesús, y con él, la certeza honda de que Dios nos ama y nos elige una y otra vez para ser sus hijos muy amados.
¡Feliz Navidad! Llamados a ser discípulos y misioneros del Dios amor en una Iglesia diocesana, madre de comunidades, pesebre donde el Señor quiera nacer y esté a gusto, irradiando su luz entre los hombres, especialmente los más pobres, haciendo nuevas todas las cosas.
Paso mi primera Navidad junto a Uds. y experimento vivamente el amor de Dios, que me ha llamado a ser Padre y Pastor de una comunidad hermosa y llena de Vida. Nuestra Diócesis de la Nueva Orán expresa indudablemente, a través de sus distintas áreas pastorales, de sus parroquias y capillas, de sus instituciones y movimientos, y fundamentalmente en sus espacios formativos y solidarios (Grupos REDd, Hogar de niños Santa Teresita, Centro San José, Casa San José para ancianos sin hogar, Jardincitos de niños, Techo Fraterno de los PP. Guanellianos, entre otros) la invitación navideña de Dios: “¡Gloria a Dios en lo alto y en la tierra paz a los hombres amados por Él.” (Lc. 2,14). Celebramos la vida de Dios en nosotros, sirviendo a cada hombre, a todos los hombres, a los más pobres, a los excluidos, a los alejados, a los que buscan a Dios, a los que no consiguen encontrarlo… Adoramos a nuestro Señor, reconociéndolo vivo y presente en el hermano, su dignidad y sus derechos.
Me gustaría proponerles en esta Navidad, volver a nacer con Jesús, dejarnos sorprender y conmover por la realidad, necesitada de Dios, para ser Buena Noticia, como lo es el Señor para nuestra gente. En especial, quiero pedirles que consideren detenidamente esta invitación de volver a nacer con Jesús, en la vivencia personal y comunitaria del tercer objetivo específico de nuestro Plan de Pastoral: Promover el diálogo y el respeto mutuo asumiendo la diversidad de los pueblos y culturas de nuestra comunidad diocesana.
María, la Virgen, en diálogo con el ángel Gabriel, recibe la Buena Nueva de Cristo y manifiesta su adhesión incondicional al Plan de Dios (Lucas 1, 26-38). Más tarde, misionera, en diálogo con Isabel, su prima, se alegra de las grandes obras de Dios, presente en la historia de su Pueblo (Lucas 1,39-56). Con los años, en diálogo con su Hijo, aceptará que tiene que ocuparse de las cosas de su Padre (Lucas 2, 49), en Caná intercederá “apurando” a Jesús para que intervenga, salvando la alegría y la fiesta de una familia, signo de la Humanidad visitada por Cristo (Juan 2, 1.12) y en silencio orante, nos recibirá como hijos al pie de la Cruz (Juan 19, 25-27).
Se trata de una consecuencia necesaria de la Encarnación del Hijo de Dios: Entrar en diálogo con la Humanidad, sentirse parte de ella y a la vez, establecer con todos los hombres y pueblos un vínculo de amor, fundado en la justicia, que se expresa como intercambio respetuoso, aceptación gozosa y maravillada de las diferencias, escucha, asistencia y promoción del hermano pobre, para que crezca y se realice en plenitud. En ese diálogo, nuestra palabra se funda en la Palabra de Jesús, a quien queremos anunciar. Si faltara ese anuncio evangelizador que va al encuentro de la realidad, nuestro diálogo se tornaría vacío e incompleto. Injustamente privaríamos a los demás, de una riqueza que vibra en nuestro corazón: Cristo, el Señor, su vida y su Palabra.
Como enseñan los Obispos latinoamericanos en Aparecida:
“El proyecto pastoral de la Diócesis, camino de pastoral orgánica, debe ser una respuesta consciente y eficaz para atender las exigencias del mundo de hoy, con indicaciones programáticas concretas, objetivos y métodos de trabajo, de formación y valorización de los agentes y la búsqueda de los medios necesarios, que permiten que el anuncio de Cristo llegue a las personas modele las comunidades e incida profundamente mediante el testimonio de los valores evangélicos en la sociedad y en la cultura. Los laicos deben participar del discernimiento, la toma de decisiones, la planificación y la ejecución. Este proyecto diocesano exige un seguimiento constante por parte del obispo, los sacerdotes y los agentes pastorales, con una actitud flexible que les permita mantenerse atentos a los reclamos de la realidad siempre cambiante.” (Documento de Aparecida, n. 371)
Como aplicación concreta del diálogo que propone nuestro Plan de Pastoral, y para responder a la realidad de la diócesis y sus urgencias, nacer con Cristo en la vivencia feliz y comprometida de nuestra vocación personal y comunitaria. Desde esta Navidad 2009 y hasta la próxima, de 2010, les propongo animar y celebrar el misterio de la vocación, desde el primer llamado maravilloso a la Vida, pasando por la participación en la misión del Pueblo de Dios, especialmente para descubrir y valorizar la vocación de todos los miembros de la comunidad cristiana, al matrimonio y la familia, a los ministerios y servicios en la Iglesia, a la vida consagrada y al sacerdocio, vocaciones todas a vivirse en la perspectiva misionera del Hijo del Hombre que nos envía a dialogar con los hombres en el servicio del Evangelio.
En la sencillez de la fe proclamada, celebrada y compartida, en la autenticidad del testimonio fraterno, en el perdón que se da con un corazón grande, en la mano tendida siempre, nace Jesús, nacemos nosotros, nace el hombre nuevo. La Navidad es Jesús y nosotros con Él, inseparablemente unidos, seguidores de su estrella, adoradores de su misterio, “en espíritu y verdad” (Jn. 4,23). ¡Feliz Navidad! Reciban mi abrazo fraterno y feliz de compartir vida y misión con Uds.
San Ramón de la Nueva Orán, Navidad de 2009.-
+ Marcelo, Padre Obispo de la Nueva Orán
Nota:
Por el carácter de esta Carta Pastoral, ruego a Ud. lean y compartan sus aspectos sustanciales, en las celebraciones Navideñas. Especialmente les pido que la lean en los Consejos Parroquiales y reuniones de agentes de pastoral, a fin de poder animar el conocimiento de su contenido en vistas a la aplicación del Plan de Pastoral, especialmente en la vivencia pastoral del 3er objetivo específico, y la consiguiente celebración del Año Vocacional Diocesano.
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